La cruz de la TAU, es símbolo de identidad para los franciscanos en todo el mundo y también para todos los miembros de nuestro colegio. El Papa Inocencio tercero la escogió como símbolo de renovación de la Iglesia y San Francisco la adoptó como símbolo personal y para toda la orden franciscana.
San Francisco profesaba una profunda devoción a la TAU, de la que habla expresamente el profeta Ezequiel (9,3-6) y a la que se refiere implícitamente el Apocalipsis (7,2-4).
Para Francisco, fue un signo especial de renovación y transformación, que empleó en distintas circunstancias. La señal de la TAU le era preferida sobre toda otra señal; con ella sellaba las cartas, marcaba paredes, y sanaba heridas y enfermedades.
San Francisco amaba la TAU por que le recordaba su proyecto de vida, su ideal. Al verla, y al dejarla grabada en textos y cuevas quería recordarle a los demás y así mismo que quería vivir los valores del Evangelio: el amor, la solidaridad, la compasión, la misericordia, el perdón, la bondad.
La TAU representa fuerza y bendición. Es un recordatorio de ese camino que queremos vivir, al estilo de Jesús, y es bendición en el camino de la vida que está lleno de retos y dificultades.